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Por tierras de Cartago (Diciembre 1998)

 

Por tierras de Cartago

Diciembre 1998

 

 

Después de una ajetreada llegada por fin salimos a conocer la capital Túnez, porque digo lo de ajetreada llegada, pues porque tuvimos que coger a las 15,30 horas el avión de Sevilla a Madrid, porque llegados al aeropuerto de Barajas, pasamos lo nuestro para encontrar el mostrador del mayorista del viaje y de la línea aérea.

Se nos acerco una señora alta y grande de origen subsahariano, la cual quería que le pasásemos algunos paquetes en facturación, lo cual no hicimos por seguridad.

En el vuelo hacia Madrid había muy pocos pasajeros, todo lo contrario que en el trayecto hacia Túnez. Todo fue bien hasta la llegada al aeropuerto de Túnez capital, donde en el control de pasaporte había un señor bigotudo y malhumorado que daba una imagen no deseable.

Al salir del aeropuerto nos recibió el representante del mayorista del viaje , el cual nos presento a un joven conductor llamado Ali y nos indico que nos llevaría a nuestro destino el Hotel Golden Beach en la ciudad de Monastír, a 140 kilometro de allí. Esto sí que no lo esperábamos así que cuando llegamos al hotel era cerca de las 11 horas de la noche.

Nos recibió nuestro guía Abdel, el cual nos facilito algún cambio en moneda local  para poder tomar algo esa noche, lo cual hicimos y nos acostamos pronto porque al día siguiente había que levantarse a las 6 horas de la mañana para partir a nuestra primera excursión en la isla de Djerba.

 

Después de desayunar y esperar a mi madre y mi hijo, que se quedaron dormidos, partimos hacia el pueblo de El Jeb, y nos dijeron que el recorrido de la  excursión de ese día serian sobre 400kms.

Llegamos y visitamos con Abdel su gran y bien conservado anfiteatro romano. Posteriormente nos dejo para que hiciéramos compras por lo que fuimos a un banco para cambiar moneda y seguidamente a tomar café y té. El trato con la gente fue bastante positivo.

Iniciamos la marcha de regreso a Monastir  y durante el trayecto paramos a estirar las piernas y tomar refresco y cerveza las cuales nos la dieron de marca rara y sin alcohol.

La entrada a Monastir nos causo una grata impresión, es un pueblo típico de montaña desértica, todo de color ocre, construcciones típicas con cúpulas y ventanas de herradura.  El pueblo tiene la característica, también, de tener viviendas excavadas en las montañas y visitamos una.

Dicha vivienda cueva tiene un túnel de entrada que desemboca en un patio interno al aire libre rodeado de habitaciones excavadas en la montaña que hacen función de cocina, dormitorio, etc.,. Se encontraban dos señoras , una estaba escardando lana con unos útiles semejantes a un peine y la otra nos enseño un molino de trigo que tenia dos piedras pesada y un agujero en el centro por donde se introduce el grano  para triturarse al girar una de las piedras.

Posteriormente, Abdel nos llevo al comedor de un hotel sobre una colina, con unas vistas maravillosas, degustamos un vino tinto, El Rac, y cuscús que por cierto, no tuvo mucha aceptación. También unos pastelillos de dátiles acompañados de unas copitas de licor del mismo. Esta sobremesa sirvió para romper el hielo con Abdel, echamos unas risas y empezamos a conocernos.

Después de descansar emprendimos el viaje hacia la isla de Djerba otro puñado de kilómetros por una carretera regular y un paisaje monótono, áspero  y seco.

Al llegar al embarcadero ¡ Sorpresa! Una cola de vehículos bastante larga, una espera de 1 hora, ventajas, pues que nos tomamos otro té, seguimos conociendo a Abdel y que compramos algunos recuerdos.

Una vez desembarcado en la isla pensaba que el hotel estaba cerca, pero no. Todos estábamos cansados y Ana hambrienta ya que es muy delicada para la comida, espero que en este nuevo hotel pueda comer algo que le guste.

Tengo una sensación rara al estar escribiendo en tiempo real, me siento un cronista, miro para detrás y veo a Carmen con cara de cansada, mi madre con los ojos cerrados y adormilada y mi mujer con la mirada un poco perdida, Ana guapísima y seguro que hambrienta, Guce con ganas de llegar y tomarse algo, además me acaba de decir que escriba que no se siente las piernas, y a la izquierda mi hijo Antonio José  deseando de llegar. Delante Alí , el conductor, muy pendiente de su volante y Abdel, callado y bastante cansado también. Yo entusiasmado pensando que dejare y que me llevare de Túnez.

Nuevo día y bien descansados comenzamos con un desayuno copioso y variado y observo la buena disposición de todos para disfrutarlo, aunque para Ana, como siempre, le faltan horas de sueño.

El hotel es maravilloso, tiene todo, es decir todo de todo. El grupo encantado. Hace un día luminoso aunque un poco fresco pero no desagradable, lo pasaremos en la isla y al atardecer nos marcharemos

Comenzamos por la capital de la isla llamada Houmt Souk, una ciudad encantadora de casa blancas, callejuelas y plazas con flores. Abdel nos enseño el mercado y nos dejo a nuestro aire para visitar la ciudad.

En el mercado vimos un puesto de pescado los cuales ensartan con una cinta vegetal en grupos de cuatro o cinco y así lo venden, curioso. Las variedades son las mismas que encontramos en casa, es decir lubinas,  doradas, salmonetes, etc., además las gentes conocen España por el futbol. Puestos de carnes, especies de todos los colores y olores, fascinante.

Cambiamos dinero, la oficina del banco estaba mejor acondicionada que la anterior, más a tono con los tiempos, seguidamente fuimos al museo de Artes y Costumbres, el cual nos llevo bastante encontrarlo, pero mereció la pena. Nos lo enseño un señor  muy amable que no hablaba ni ingles ni español pero se esforzó y lo entendimos bastante.

También estuvimos en la sinagoga que para entrar nos pusimos unos gorros blancos llamados kípas y ellas un pañuelo en la cabeza, además de descalzarnos. El interior muy bonito con adornos y exvotos, en el centro el púlpito y bancos colocados verticalmente a este para la oración. Había tres señores mayores que cuidan la sinagoga.

Nos reencontramos con Abdel y le comentamos que como en la isla el pescado y marisco es fresco que no fueramos a comer al hotel, aunque estaba pagado, y si a un restaurante.

El restaurante tenía un patio decorado con azulejos y unas mesas nada destacables. Nos trajeron una bandeja de pescado fresco para que eligiéramos. Probamos doradas y lubinas que estaban exquisitas así como unos excelentes langostinos cocidos. Tomamos vino y cerveza para comer y después café y licor de palmera y de higos que nos pusieron un poco a tono. Buena charla, grato momento.

Partimos hacia Gabes, ciudad un poco más al sur, nos cogió la noche. Paseamos por el Zoco donde compramos algunas cosas no antes sin regatear. Volvimos a tomar té y café.

Se me olvidaba lo que voy a contar ahora porque lo estoy escribiendo  un día después e intento memorizar todo lo que ocurrió.

Fuimos a un pueblo alfarero y un chico nos demostró lo fácil, para él, que es manipular el barro y darle forma. Le compramos camellos de barro blanco, que es de ese color porque utilizan agua del mar, también platos  con dibujos típicos. Seguidamente bajamos a un subterráneo, un pequeño molino de aceite con prensa de viga de madera. El joven alfarero hablaba un poco español y estuvo muy amable.

De regreso, en el ferry, apreciamos toda la belleza del canal, vimos delfines, mi mujer Marisol y yo nos pusimos en la proa del ferry y recreamos la imagen de la película Titanic, fue una sensación maravillosa. Comentar que casi todos los pueblos del sur, a su entrada, tienen unos arcos que la carretera los atraviesa.

Por fin llegamos a nuestro nuevo destino , cenamos en el buffet del hotel, bastante bien por cierto, con Abdel con el que nos reimos bastante. Los mayores se fueron a dormir y nosotros nos fumamos una pipa de agua en un salón pequeño y recoleto, llegaron un grupo de españoles con los que estuvimos bailando y charlando, por supuesto nos pusieron la música de los Beatles. Cuando cerraron la discoteca del hotel, nos fuimos al salón y entablamos una charla sobre ¿ que es cultura?. Fue un intercambio de opiniones con Abdel bastante interesante, bebimos bastante y nos acostamos.

Al día siguiente partimos y a la 7,30h de la tarde estoy en el pueblo de Douz en un escritorio con un gran espejo donde me veo la cara de cansado. Detrás se encuentra mi familia preparándose para ir a cenar.

El día comenzó a las 5 de la mañana con una buena resaca y mucho sueño, la finalidad del madrugón: ver amanecer en el desierto y para ello nos montamos en dromedarios lo que es una odisea, sobre todo para la gente mayor. Un frio de espanto pero mereció la pena. Me coloque mi sombrero de Indiana por primera vez en el viaje. después de un rato de camino, uno de los camelleros cogió unas hojas de palmera seca y encendió un fuego cuando paramos entre las dunas. Fue  experiencia maravillosa.

Después de desayunar, estuvimos en el mercado sobre dos horas. Mucho bullicio sobre todo en la zona de compra-venta de dátiles. Entramos en un puesto que me llamo la atención porque tenía unas aceiteras de alumbrado romanas que parecían viejas, aunque Abdel nos dijo que eran falsas, de todas formas compramos dos.

Marchamos a Nefta cruzando  un lago salado llamado Chott El Jerid que según Abdel tiene 8000 kilómetros cuadrados, paramos y apreciamos su planitud e inmensidad. Compre unos minerales de cuarzo amatista ó eso supongo. Practica habitual el regateo y un paquete de tabaco que le di y me regalo una rosa del desierto.

El pueblo de Nefta esta en un oasis, en esta región hay varios y en cada uno de ello una población pequeña. el agua esta en el subsuelo y la extraen con bombas para regar los inmensos palmerales. Abdel nos comento que el oasis de Tozouk y el de Nefta la propiedad de las explotaciones de los palmerales son diferentes, en el primero es familiar y los trabajadores no tienen sueldo sino que obtienen la quinta parte de los beneficios. Para ayudarse pueden sembrar otro tipo de arboles y hortalizas en las citadas explotaciones. En Nefta las parcelas son pequeñas y la propiedad es para los que las trabajan.

Nos instalamos en el hotel, almorzamos bastante bien y muy bien atendidos. Mientras tomamos té o café practicamos un poco de ingles con Ali tanto mi hijo Antonio José como yo. Sobre las 4 horas alquilamos unas calesas y nos enseñaron el interior del palmeral, paseamos a pie y sorprende el frescor del ambiente, comimos dátiles que con una facilidad tremenda cogió un chico subiéndose a la palmera solo con los pies y las manos. Nos dieron licor sin alcohol que obtienen de la parte superior de la palmera y nos fumamos una pipa de agua de enebro.

De regreso tomamos nuestra furgoneta y Abdel nos llevo a un punto alto donde se divisa el pueblo y el palmeral entre montes, bastante bonito. Mientras tomaban café, Antonio José y yo paseamos por el palmeral, estuvimos charlando sobre cosas importantes y actitudes sobre lo que estamos viviendo, allí en la charla y observando el atardecer creo que deje parte de mi. A partir de ese momento él empezó a tomar el viaje con otra actitud. El tiempo paso y llego la noche.

Fuimos a cenar al hotel, de nuevo perfectamente atendido por el maitre, un señor un poco calvo, tez morena, muy educado, andares elegantes y dominando a la perfección su trabajo. de pronto aparecieron chavales españoles y se lleno el comedor.

Abrieron la discoteca y fuimos después de cenar. Al principio solo estaban bailando algunos lugareños, pero después se animo el asunto. Estos intentaban ligar con las chicas españolas. Ali estuvo bailando con nosotros ya que al día siguiente no tenia que conducir. Abdel también. Ana se reprimió porque no había música de salsa. Después de algunas cervezas nos acostamos.

Por la mañana  otro madrugón. Alquilamos un coche con conductor para ver algunos oasis de montaña. Nos dirigimos a Tozouk y desde allí en dirección a las montañas de la cordillera del Atlas que se extiende por el sur. Cruzamos otro lago salado pero más pequeño y menos espectacular. Al fondo al pie de la montañas, se distingue una zona verde que es el oasis de Chabeka, llegamos a la parte superior y se divisa agua superficial. Tiene unas fuentes que salen de unas grietas las cuales fuimos a ver cruzando primero la población antigua que quedo destruida por inundaciones, son restos de muros de tierra y piedras. se pasa por un angosto pasadizo y se desciende por una escaleras. el agua sale templada y en las laderas se observan los pliegues geológicos y trozos de mineral silex.

Proseguimos la marcha para ver otro oasis, pero esta vez en el interior de las montañas. Durante el trayecto se ven vistas preciosas, montañas rojizas y otras blanquecinas, así como pliegues verticales y horizontales. Llegamos a un hermoso cañón donde se ven cascadas de agua.

Descendimos al arroyo, un lugar lleno de tenderetes desde donde te llaman para tomar té e intentar venderte algo como serpientes y lagartos disecados, culebras vivas, escorpiones, minerales, rosas del desierto. vas andando y te dicen ¡hola, español!. Compre algún mineral que parece cristales de fosfato teñido de lila con brillo iridiscente . Lo chavales muy amables. La verdad, la zona es muy bonita y embelesa.

Continuamos la marcha hacia otro oasis, paramos para hacer fotos, mis hijos y yo nos quedamos y los demás fueron a un hotel a tomar algo. Cruzamos la carretera y fuimos al único tenderete que había. El chico no s ofreció té de menta e intento vendernos algo, un compañero trajo una culebra en una botella y Antonio José y Ana  la cogieron con la mano y les hice unas fotos. Me dieron unas semillas de palmera macho y de hembra y les dije que las sembraria y que si agarraban siempre me acordaría de Túnez.

De nuevo en el coche en dirección al hotel para almorzar, todo el día comiendo. Un buen rato que pasamos, como siempre, de sobremesa. Hechamos una siesta, ya que estábamos cansados.

A media tarde fuimos a visitar Tzouk, mi madre se ha resfriado y no viene. La ciudad esta cerca y la hemos cruzado en varias ocasiones. Abdel nos dejo  una hora para visitarla. Llegamos a la medina y un chico se ofreció a enseñarla, lo cual aceptamos. Es una zona de viviendas, mezquitas, puestos, etc., según nuestro joven guía tiene 450 años de antigüedad, se escuchaba la llamada al rezo, vimos alguna pequeña mezquita sin minarete y algunos hombre rezando, también un patio de vecinos y la entrada de una gran mezquita.

Después de esta visita nos reencontramos con nuestros acompañantes y visitamos un museo de costumbres. Habitaciones con maniquis que representaban situaciones cotidianas.

De nuevo la cena, comimos carne de cordero, exquisita, rato de charla, pipa de agua y alguna bebida en el bar. Temprano a la cama que mañana nos espera un largo viaje hacía Hammamet.

Cinco de la mañana, el fastidioso ruido del teléfono despertador, una ducha para despertarse, recogida de los tiestos. Hemos dejado un macuto con algunos pantalones de Ana que le quedan pequeño.

Abundante desayuno, según se ven las caras, parece que estamos descansados. Mi madre se encuentra mejor y de nuevo al coche y comenzamos la primera etapa hasta Gafsa. La verdad que no nos enteramos porque el trayecto se paso durmiendo, menos Ali el conductor.

En Gafsa bajamos a tomar café, charla con Ali sobre lo que yo estaba percibiendo en este viaje.

Limpia zapatos, hombres en el parque que tenían una pequeña hoguera para calentarse. Autobuses urbanos muy viejos, algunos militares camino del cuartel, mujeres con vestidos occidentales, siempre pantalones y mucha actividad para ser las 7,30 horas de la mañana.

En el camino hacía Sbeitla se observa el cambio que va sufriendo el paisaje. Los montes de coloración ocre blanquecino comienza atener alguna vegetación que los hace diferentes. En los campos se ven chumberas y cardos, estamos en el centro del país, hemos dejado el sur, el gran y diferente sur con sus habitantes pobres pero felices aparentemente, con sus montañas sin vegetación, pero de hermosa presencia. Sus oasis, hay sus oasis, los palmerales, los ejes de la vida de la gente, donde se aprovecha todo. En fin el Túnez que mas me gusta, lo que venía buscando y el que ha relajado mi espíritu.

Llegamos a Sbeitla, nuestro objetivo es visitar sus ruinas romanas y algunas construcciones de épocas bizantinas.

Hace algo de viento frio y aparecen las primeras nubes que vemos desde que llegamos a este país. La ciudad romana esta bastante bien conservada, excelente arco del triunfo y termas, aunque lo que realmente me ha gustado es el foro  con tres templetes muy bien conservados ( Júpiter, Juno, Minerva), bastante amplio y una vivienda romana fortificada, consta de un pozo, cuadras y una habitación con el techo original, la primera vez que veo una vivienda tan bien conservada. Otra vez vendedores con monedas y útiles romanos.

Ahora mismo vamos camino de Hammamet  y en el paisaje van apareciendo eucaliptos, olivares y tierra de labranza. Hemos pasado por Kairuan , cuarta ciudad santa del Islam, donde esta ubicada una de las mezquitas mas grandes de Túnez. La primera visita que hicimos fue a la tumba de un acompañante de Mahoma, por lo visto esta enterrado con tres pelos de la barba del profeta, uno en la boca y los otros dos en cada una de las orejas. Tiene un patio central de estilo morisco. Nos comenta Abdel que los morisco fueron los musulmanes desterrados de España.

Ahora estamos en la mezquita, en la puerta le compre a unos niños mineral turmalina y les di unos cigarros. La mezquita con su alminar, es muy bonita y la sala de oraciones bastante grande. esta construida con columnas y piedras de edificios romanos de color ocre. 

De nuevo a comer y por fin Ana comió aceptablemente. Visitamos una tienda y un telar de alfombras al cual volveríamos después. Visitamos la medina y tomamos café y pastelillos y la señora nos puso música de julio Iglesias. El café lo sirven casi siempre templado y pequeña cantidad pero muy bueno, los dulces deliciosos

Nos metimos en una tienda donde uno de los comerciantes hablaba bastante bien español. Antonio José compro un anillo para su novia. Volvimos a la tienda de alfombras y compre uno para colgar en casa que lo pague con la tarjeta. de camino a Hammamet , tenía la sensación de que me había equivocado al pagarlo, se lo comente a Abdel y me dijo que todo estaba bien, pero no me hizo cambiar de opinión.

Paramos en un bar de carretera a comer cordero a la brasa. el cordero esta colgado al aire libre y una barbacoa en la puerta. Estaba bueno, se acompaño con refrescos, nada de alcohol. No Había.

Hasta aquí el relato, hay mas. Estuvimos en Cartago visitando sus ruinas donde compre una imagen de un mosaico de Virgilio. La verdad que las ruinas de Cartago no estaban bien conservadas. El viaje termino en la capital de Túnez pero no tome más notas, no se porque, hace ya muchos años.

 

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